Sanando Heridas

Ningún dolor es normal, me comentó un día una amiga quien tiene una hermana que es doctora, refiriéndose al dolor físico o externo, y es verdad, no debería normalizarse el dolor, ya que es una alerta de que hay algo que lo está provocando y debería ser atendido, sin embargo, eso me dejó pensando que lo mismo sucede con el dolor interno, si aun hay dolor no es normal, nuestro diseño fue perfecto, en Génesis 1:26 dice: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”; … Dios nos hizo semejantes a Él, no fuimos hechos para vivir con dolor, si no para vivir de una forma plena.

Cualquier herida causa dolor, y así como atendemos las heridas externas o aquello que se pueden ver a simple vista, también debemos atender las heridas internas, en Jeremías 6:14 dice: “Con pañitos de agua tibia pretenden curar las heridas de mi pueblo. Insisten en que todo está bien, cuando en realidad todo está mal.” Aquellas heridas internas causadas por nuestros padres, hermanos, esposo, esposa, hijos, amigos, o seres queridos, son las más dolorosas y muchas veces creemos que simplemente con el tiempo pasará y no le damos la atención requerida, las hacemos parte de nuestra vida y vivimos con ellas, es por eso que en este versículo se menciona “con pañitos de agua tibia queremos curar esas heridas”, es decir, no les damos la importancia que realmente tienen, creemos que pasarán y esas heridas son más profundas de lo que imaginamos, a veces de forma consciente o inconsciente volvemos ese dolor parte de nosotros fingiendo que todo está bien, pero no es así, mientras haya dolor no está bien.

Cuando una herida externa no se atiende se puede infectar o puede traer otras consecuencias en nuestra salud, lo mismo pasa con las heridas internas, se transforman en amargura, rencor, odio, tristeza, vacíos, etc., que se van resguardando en nuestro corazón y que de alguna manera se ve reflejado en nuestra actitud o comportamiento, distorsionando nuestra verdadera Identidad, en Mateo 12:34 dice: … “De la abundancia del corazón habla la boca”, lo que hay dentro de nosotros se refleja en nuestro exterior.

Todos nacimos con un propósito que fue designado por Dios desde que estábamos en el vientre de nuestra madre, y en ocasiones no podemos avanzar hacia él al quedarnos estancados debido a nuestro caos interno que nos obstaculiza y nos impide vivir de una forma plena, debemos tener una visión y un plan para el cual se requiere orden en nuestro mundo interior, arreglar cuestiones internas, como el perdonar, pedir perdón, perdonarnos, mejorar nuestro autoestima, paz interior, etc., y hacerlos parte de nuestra cultura en nuestro diario vivir, está en nosotros el poder lograrlo ya que no es una emoción, no es un sentimiento, es una DECISIÓN.

Así es que, ningún dolor es normal, si detectas algún dolor es porque aún hay una herida que lo está provocando y si hay una herida, has todo, todo, pero todo lo que esté en tus manos para que esa herida cicatrice, y permite que Dios actúe en tu vida dándote esa sanidad interior que te permita vivir una vida plena conforme a tu propósito.

Lety Pérez