El verdadero valor e identidad a nuestras vidas

“Entre esa gente estaba una mujer enferma. Desde hacía doce años tenía una enfermedad que le hacía perder mucha sangre. Había gastado todo su dinero en médicos, pero ninguno había podido sanarla. Ella se acercó a Jesús por detrás, tocó levemente su manto, y enseguida quedó sana. Entonces Jesús le preguntó a la gente: —¿Quién me tocó? Como todos decían que no había sido ninguno de ellos, Pedro le dijo: —Maestro, ¿no ves que todos se amontonan a tu alrededor y te empujan?  Pero Jesús volvió a decirles: —Estoy seguro de que alguien me ha tocado, pues sentí que de mí salió poder….. Jesús entonces le dijo a la mujer: —Hija, fuiste sanada porque confiaste en mí. Puedes irte en paz.”

Lucas 8:43-48 TLA

Este pasaje está lleno de tesoros escondidos y no tan escondidos, y uno de ellos, de los que más me impacta es cuando Jesús dice “alguien me ha tocado”, siendo la verdadera traducción de “alguien”: alguien con valor.  Entonces, cuando lo leemos así es increíblemente poderoso lo que Jesús dice de esta mujer en esa sola frase.

Imagínense a la pobre mujer, vivir 12 años con un flujo de sangre, la anemia que tenía y lo doloroso e incómodo que le resultaba, además, y lo más importante, es que en esos tiempos las mujeres que tenían su periodo (flujo de sangre) eran consideradas inmundas y se tenían que apartar y no tocar a nadie.  Digo, después de 12 años viviendo como inmunda/marginada…creo que se siembra en tu ser eso, y se te olvida quién eres en realidad, perdiéndote en lo que te dicen los demás que eres y vales. Sin embargo, supo de Jesús y pensó que Él le quitaría el flujo de sangre…sin embargo Jesús hizo algo mucho más grande de lo que ella pensó e imaginó (ya saben como es Jesús, siempre llevando todo a un nivel superior). Y Jesús, no solo le quitó la hemorragia, sino que le dio identidad, le dijo: “Tú, la que tienes valor me has tocado, y por tu fé (por poner tu confianza en mí) has sido sanada”. Así que no sólo fue sanada en lo físico sino también en su interior, en su alma, que tras años de vivir así no sabía ni lo que valía.

Así Jesús nos ofrece a todos sanidad, es decir, darnos identidad y destino, restaurando la percepción que tenemos de nosotros mismos y sanando todas aquellas heridas que nos han hecho en algún punto de nuestra vida. Porque hoy en día vivimos nuestras vidas limitándonos por todo lo que nos han dicho que somos o valemos, y no podemos cumplir con nuestro diseño original, viviendo una vida por debajo del propósito por el cual fuimos creados y por lo tanto estamos frustrados con lo que hacemos y/o vivimos.

Acerquémonos a Aquél que puede darnos el verdadero valor e identidad a nuestras vidas.